Descripción proporcionada por el autor/a: Criar en la ciudad es sembrar bajo luces de neón, entre ruido, diversidad y prisa. Los niños crecen rodeados de tecnología y estímulos que impulsan autonomía, pero a menudo lejos del suelo y del origen.
Criar en el campo es sembrar sobre tierra húmeda, al ritmo del sol y la lluvia. Los niños aprenden de la naturaleza, del silencio y del trabajo compartido, aunque con menos acceso a servicios y ventanas al mundo.
La crianza ideal quizá no elige un solo lado: del campo toma paciencia y conexión; de la ciudad, impulso y apertura. Así, un niño puede crecer con raíces firmes y alas dispuestas a volar.